Una noche iba andando yo,
venía de beber.
Dando tumbos iba por las calles,
era hora ya de volver.
Pero cuando quise darme cuenta,
muy tarde era ya;
mis pasos me habían llevado
a otro lugar.
Era una taberna oscura;
me miraban terribles criaturas,
grandes, como una roca,
y con la mirada oscura.
En sus ojos tosquedad,
y en su rostro la maldad.
Eran más de veintidós
en la Taberna de los Trolls.
Ese extraño humano nos miró
aún sin comprender
quiénes éramos y qué hacíamos
en aquel lugar.
"Somos trolls", le dije, "y esta es
la taberna donde cada mes
nos juntamos para beber y pelear,
y después salir a cazar".
¿Y qué es eso que cazáis?,
me gustaría a mí saber.
Si algo yo pudiera hacer,
encantado os ayudaré.
Sí que puedes ayudarnos;
venga, quédate parado,
¡porque lo que más nos gusta
es cazar seres humanos!
Y los trolls vinieron y me atraparon,
me ataron sin piedad,
y entre risas me lanzaron
a un caldero hirviendo ya.
Esta noche lo vamos a gozar,
tenemos comida para reventar.
Coge tu jarra y bebe hasta el final,
pues la fiesta acaba de comenzar.
Cuando comenzaba a hervir
y a sudar, y a sufrir,
pronto y sin saber por qué
de golpe me desperté.
Todo había sido un sueño
irreal, como un espejo.
Había bebido mucho
y no existía troll alguno.
Al final dejamos que aquel humano
escapara vivo de allí;
era tal su delgadez
que poco de él se iba a comer.
Le hicimos creer que en realidad
todo había sido un sueño fatal,
pero vigilad, porque los trolls
seguimos cazando... y te puede tocar.